Banco Nacional Suizo se retira de Rio Tinto en histórica desinversión minera
o.- En medio de un contexto internacional cada vez más sensible al impacto ambiental de las industrias extractivas, el Banco Nacional Suizo (BNS) ha optado por retirar toda su inversión en la minera anglo-australiana Rio Tinto. La decisión, que implica la venta de 3,8 millones de acciones valoradas en 227 millones de dólares, ocurrió entre el 2 de junio y el 21 de julio, según registros de la plataforma financiera LSEG analizados por Reuters.
Ni el BNS ni Rio Tinto han ofrecido declaraciones públicas sobre el movimiento. Sin embargo, la organización Unsere SNB, una coalición que agrupa a unos 200 accionistas con enfoque ambientalista, confirmó que la desinversión fue total. Su coordinadora, Asti Roesle, describió la acción como “un paso importante en la dirección correcta”, aunque dejó claro que la presión sobre el banco central continuará: “El SNB todavía tiene mucho más que hacer”.
Este retiro no es un hecho aislado. Desde el inicio de 2024, el banco ha vendido activos relacionados con el petróleo y el gas por un valor superior al doble de lo que ha destinado a ese mismo sector, según una revisión detallada de los datos de LSEG. Entre los nombres más relevantes que han salido del portafolio del BNS se encuentran gigantes como Chevron, BP, Tullow Oil y Enquest.
Aunque las razones precisas de estas decisiones no han sido reveladas, el patrón marca una tendencia innegable. Y aunque el SNB sostiene una política de inversión pasiva y neutral, con un enfoque en la diversificación a gran escala, su historial reciente sugiere que las presiones sociales y ambientales están comenzando a pesar más de lo que admiten oficialmente.
Cabe recordar que en 2020 el banco anunció que dejaría de invertir en productores de carbón térmico, convirtiéndose en uno de los primeros bancos centrales en tomar una medida de esa magnitud. Aquel movimiento se dio con transparencia y comunicación directa. No ha ocurrido lo mismo con las recientes desinversiones, lo cual alimenta las especulaciones sobre una revisión silenciosa de sus criterios.
Actualmente, el SNB gestiona un portafolio de 741 mil millones de francos suizos, y aproximadamente una cuarta parte de sus inversiones en moneda extranjera están colocadas en acciones. Esto convierte al banco en un actor importante en los mercados internacionales, especialmente en lo que respecta a fondos soberanos y decisiones de política monetaria con implicaciones ecológicas.
Desde Suiza hasta Australia, pasando por Londres y Nueva York, este tipo de acciones son seguidas con atención por analistas, empresas y activistas. Las decisiones del SNB pueden influir —y de hecho influyen— en los movimientos de otros bancos centrales, fondos soberanos y grandes gestores de activos que observan con interés las implicaciones económicas y simbólicas de vender participaciones en empresas con impacto ambiental controversial.
Rio Tinto, uno de los principales productores mundiales de mineral de hierro, aluminio y cobre, ha sido blanco de críticas por proyectos con alto impacto ambiental y social. Un caso paradigmático fue la voladura de las cuevas aborígenes de Juukan Gorge en Australia en 2020, hecho que provocó indignación global y la salida de varios altos directivos.
Frente a esto, Rio Tinto ha implementado cambios en su gobernanza, compromisos de sostenibilidad más estrictos y nuevos mecanismos de consulta con comunidades originarias. Sin embargo, el daño reputacional persiste, y decisiones como la del BNS podrían interpretarse como un reflejo de la persistente preocupación sobre el desempeño social y ambiental de la compañía.
Aunque para la industria minera esta salida puede parecer un golpe reputacional, también representa una oportunidad de reflexión y adaptación. La minería, indispensable para la transición energética global, requiere un marco de inversión más alineado con los principios ESG. El reto consiste en mostrar que es posible extraer los minerales necesarios para baterías, infraestructura verde y tecnologías limpias, respetando los derechos humanos, la biodiversidad y la legislación ambiental.
Por su parte, los accionistas institucionales como el BNS enfrentan una encrucijada entre su mandato de estabilidad macroeconómica y el creciente reclamo social por inversiones éticamente responsables. ¿Puede un banco central seguir replicando pasivamente índices bursátiles sin asumir la responsabilidad que conlleva su peso en el mercado? La respuesta no es sencilla, pero decisiones como esta están marcando el rumbo.
El contexto sugiere que nos encontramos ante una redefinición del papel de los bancos centrales como actores financieros con responsabilidad climática. Y aunque esta transición aún es parcial, se vuelve cada vez más visible.
Queda por ver si el SNB consolidará este camino o si mantendrá una estrategia ambigua. Mientras tanto, las industrias extractivas tienen la oportunidad —y el deber— de asumir un papel más proactivo para recuperar la confianza de los grandes inversores institucionales, mostrando que la minería moderna no tiene que estar reñida con el cuidado del planeta. (Minería en línea)
