“Compostera del oro”: el trabajo de la científica que ganó el L’Oréal-Unesco
o.- (Irene Hartmann) Paula Angelomé (45) centró años de investigación en ese metal de usos comunes y poco conocidos. Su aporte. La científica, que acaba de ser distinguida, advierte: “Si el oro es caro, en el futuro lo será más”.
“La tendencia a atender al medio ambiente y enfocarnos en los problemas de sustentabilidad desde la ciencia es mundial. En años antehubo convocatorias locales relacionadas con esto. Este año no hubo ninguna. Puede ser circunstancial, pero es un tema de preocupación, como la falta de perspectivas y de fondos para trabajar. Por eso valoro tan especialmente este premio”. Estas palabras vienen de una química investigadora principal del Conicet especializada en nanotecnología. Su nombre, Paula Angelomé. El galardón, el Premio Nacional L’Oréal-Unesco “Por las mujeres en la ciencia”. La razón por la que lo recibió, haber desarrollado una técnica clave para el futuro de las nanociencias: una especie de “compostera” recicladora de oro.
Esta edición, la 18, Angelomé, investigadora del Instituto de Nanociencias y Nanotecnología (ubicado en la sede porteña de la Comisión Nacional de Energía AtómicaConicet), fue premiada por un proyecto que se zambulle en una problemática para nada conocida, aunque en realidad atraviesa el corazón de las nanociencias.
La propuesta se basa en que la nanotecnología química precisa (de manera ineludible) de un recurso natural que además de ser carísimo, es finito: el oro.
De esa materia prima parten cientos de investigaciones en nanotecnología, esas que a cada instante abren nuevas puertas a aplicaciones novedosas de uso diario.
“Hasta las tiritas reactivas de detección de Covid o del embarazo usan oro”, contó Angelomé, y se preguntó: “Pero, ¿qué va a pasar cuando el oro empiece a escasear o cueste muchísimo conseguirlo? Empezamos a poner el ojo ahí porque hay un desperdicio del material que se puede evitar. Si ahora el oro es caro, en el futuro va a costar muchísimo más”.
Dejando de lado la triunfante nanotecnología electrónica (un capítulo paralelo), miles de investigaciones en química utilizan partículas de oro de inimaginable escala, “dadas sus propiedades excepcionales para este tipo de trabajo”.
Hace años, científicos de todo el mundo buscan una alternativa a ese versátil metal. A esos intentos vino a aportar esta científica argentina con su premiado trabajo “Catalizadores y sensores preparados a partir de la reutilización de residuos de metales nobles”, por el que quedó en el lugar más destacado del premio que se otorga en colaboración con el Conicet.
“Todo lo que desechamos en los laboratorios se descarta de acuerdo a las reglas vigentes, pero este proyecto apunta al desafío de dejar de tener descarte y reutilizar nuestros propios residuos de laboratorio. Para eso, precisamos transformarlos nuevamente en partículas útiles”, resumió.
“Siempre descartábamos los residuos de oro en bidones que iban a una planta de tratamiento, pero desde que estamos con este proyecto, suspendimos eso y lo que hacemos es disolver los residuos y transformarlos en sal de oro. Ya hicimos pruebas en ciertas condiciones”, adelantó y sumó: “El premio nos va a permitir tener más posibilidades para ampliar este proyecto. A nivel personal, significa poner a prueba todo lo que vine haciendo en los últimos diez años”.
Atraviesa sus 45. Si uno se remonta a lo que le pasó una década atrás, la encontrará haciendo el posdoctorado en España (volvió en 2012). Y, aún antes, en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, como doctoranda en química del multipremiado Galo Soler Illia. “Yo fui su primera tesista”, recordó, orgullosa.
“Cuando el oro es nanométrico, en vez de ser dorado y brillante tiene otros colores, que cambian según el tamaño. Es algo realmente muy especial. Si uno pica carne, los pedacitos conservan el mismo color que el todo, pero con algunos metales eso no pasa”, explicó.
El Premio L’Oréal-Unesco está compuesto por dos categorías: premio y beca. Cada una, a su vez, tiene un primer puesto y un par de menciones especiales.
La beca fue otorgada a la bióloga e investigadora adjunta del Conicet Julieta Merlo, por su trabajo “La nueva era de los stents cardiovasculares: bioabsorción y moléculas bioactivas para recuperar la función arterial”.
Su propósito, trabajar en la creación de un stent biodegradable capaz de desintegrarse en el cuerpo de manera segura. (Clarín, Buenos Aires, 27/11/2024)
