Amortiguan con más subsidios el impacto que tuvo la suba del dólar en el precio del gas
o.- (Sofía Diamante) Devaluación. Por decisión del área de Energía, creció la masa de fondos con ese destino por tercer mes consecutivo; se busca cubrir la brecha entre tarifas y costos
El aumento de 16% que tuvo el dólar desde la modificación del régimen cambiario fue contenido en las tarifas de gas con más subsidios del Estado.
Aunque en invierno el costo del gas suele aumentar por el mayor consumo residencial, la Secretaría de Energía aplicó una baja en junio y julio, para amortiguar el efecto de la devaluación en las facturas.
Como ocurre con todos los servicios de energía, la cadena de provisión de gas está dolarizada, y el tipo de cambio de referencia se calcula con el promedio de la cotización del dólar vendedor del Banco Nación en los primeros 15 días de cada mes.
Entre octubre de 2024 y mayo pasado, los usuarios residenciales de ingresos altos (N1) pagaron un precio promedio de u$s 3,13 por millón de BTU (unidad térmica británica usada en el sector).
Ese valor estaba subsidiado, ya que representa un 30% menos que el costo promedio del gas nacional, estimado en u$s 4,49 por millón de BTU. Es decir, los usuarios N1 abonaron solo el 70% del costo real de producción.
Además, quienes pertenecen a los segmentos de ingresos bajos (N2) y medios (N3) reciben un descuento adicional sobre el precio de referencia: los N2 pagan el 35% (u$s 1,10) y los N3, el 50% (u$s 1,57).
Sin embargo, a partir de junio, cuando empezó a sentirse el efecto de la devaluación, el precio de referencia del gas se redujo a u$s 3,07, y volvió a bajar en julio, a u$s 3,04. Así, el valor final que pagan los usuarios N2 este mes es de u$s 1,06, y los N3, u$s 1,52.
La diferencia entre lo que paga la demanda y el costo real lo cubre el Estado a través de subsidios.
Cada vez que la Secretaría de Energía decide reducir el precio de referencia, aumenta el esfuerzo fiscal para sostener la producción.
Este comportamiento rompe con la lógica habitual del invierno, cuando el costo del gas tiende a subir para incentivar mayor oferta y asegurar el abastecimiento durante los picos de consumo.
¿Por qué el Gobierno eligió este camino? Hasta abril, cuando aún regía una política de devaluación controlada de 1% mensual, el tipo de cambio promedio para calcular las tarifas era de $ 1066. En mayo subió a $ 1101 (3,3%); en junio, a $ 1144 (3,9%), y en julio, a $ 1185 (3,6%).
Con solo tres días hábiles por delante para cerrar la primera quincena de julio, el tipo de cambio promedio que se usaría para calcular las tarifas de agosto podría ser de $ 1230, lo que implicaría un nuevo ajuste del 3,8%.
Para contener este nuevo impacto, el Gobierno podría volver a bajar el precio del gas que pagan los usuarios. Pero eso significaría, por tercer mes consecutivo, incrementar la masa de subsidios destinada a cubrir la brecha entre tarifa y costo.
Todo esto ocurrió, además, en medio de una ola polar, algo que presiona aún más sobre las cuentas públicas: no solo se encareció el gas, sino también la generación eléctrica, ya que se debió reemplazar parte del abastecimiento de las centrales térmicas con combustibles líquidos, como gasoil y fueloil.
Aun con estas tensiones, en los primeros cinco meses del año los subsidios al sector energético se redujeron un 65,4% en términos reales respecto del mismo período de 2024. Esta caída responde, en parte, a la baja base de comparación –el Gobierno recién ajustó las tarifas en abril de 2024– y también a la sustitución de importaciones con mayor producción local.
Gracias a estos factores, sumados a la apreciación cambiaria, las transferencias del Tesoro al sector energético se redujeron en u$s 1716 M entre enero y mayo de este año frente al mismo lapso de 2024. En total, el gasto en subsidios energéticos fue de u$s 994M, frente a los u$s 2710 M del año anterior.
Vuelve el frío
En dos semanas podría ingresar un nuevo frente polar al país, según los pronósticos. El sector gasífero ya está en alerta: no quiere volver a enfrentar una crisis de abastecimiento como la que ocurrió durante la ola de frío reciente.
El mercado energético atraviesa una transformación profunda. El Gobierno definió que a partir de enero de 2028 se eliminarán los subsidios en de las facturas.
En cambio, las bonificaciones llegarán a los usuarios que realmente las necesiten, posiblemente a través de tarjetas prepagas u otros mecanismos directos, que todavía no empezaron a tratarse.
También se espera que cada distribuidora y los grandes usuarios se encarguen de gestionar su propio abastecimiento de gas, sin la intermediación estatal, como pasa hoy con el Plan Gas. En otras palabras, el sector privado deberá garantizar por sí mismo el suministro, incluso en los días de mayor demanda.
Este nuevo esquema deja abiertas varias incógnitas. ¿Qué ocurrirá si los privados calculan mal y no contratan suficientes barcos de GNL en invierno? ¿Quién actuará como buffer [amortiguador] en caso de errores? ¿Podrá el sector manejar, sin intervención del Estado, tanto la oferta como la demanda?
Es un cambio de paradigma para el mercado energético argentino, que no tuvo su mejor debut este invierno. (La Nación, Buenos Aires, 11/07/2025)
