Vaca Muerta y la transformación más allá del subsuelo

Vaca Muerta y la transformación más allá del subsuelo

o.- (Paridad en la Macro) Vaca Muerta no sólo impulsa la economía, sino que también redefine la estructura social de Neuquén, generando oportunidades y tensiones simultáneamente. La provincia enfrenta desafíos que requieren nuevas estrategias sociales y políticas.
Aunque el debate público sobre Vaca Muerta suele concentrarse en su peso en la matriz energética y en las implicancias ambientales de la actividad hidrocarburífera, las transformaciones sociales, demográficas y territoriales que atraviesan la ciudad de Neuquén, su área metropolitana y localidades petroleras como Rincón de los Sauces, Añelo y San Patricio del Chañar también avanzan con intensidad, aunque frecuentemente permanecen en segundo plano.
Procesos de reconfiguración del tejido urbano, nuevas corrientes migratorias asociadas con la demanda de mano de obra calificada y no calificada y los cambios en las formas de sociabilidad local están modificando la estructura social de la región.
Estas dinámicas, que incluyen fenómenos de segregación residencial, presión sobre la infraestructura urbana y mutaciones en la organización del mercado del trabajo suelen quedar eclipsadas en el análisis. Sin ánimo de contraponer agendas, resulta pertinente detenerse en estas transformaciones que están redefiniendo la fisonomía social y económica de la región.
La extracción de hidrocarburos no convencionales en Vaca Muerta se ha convertido en los últimos años en un motor clave para la matriz productiva nacional. Esta formación concentra actualmente casi un 60% del petróleo argentino y un tercio del gas natural.
Paralelamente, la ciudad de Neuquén y su aglomerado muestran una expansión urbana significativa, al afianzar su perfil de centro de desarrollo estratégico. De esta forma, la llegada de personas, empresas, capitales y obras de infraestructura está reconfigurando el espacio físico y social. En cuanto al fenómeno migratorio, los flujos son relevantes tanto a nivel interno como hacia la propia región.
Neuquén se ubica como la tercera provincia de Argentina con mayor migración interna.
En las localidades vinculadas directamente con Vaca Muerta, la presencia de personas provenientes de otros distritos es especialmente notable: en el departamento de Añelo, el 41,5% de su población está compuesto por migrantes internos, según los datos del último censo. Solamente en 2024, la provincia recibió más de 22.000 solicitudes de radicación.
La expansión de los diversos tejidos urbanos en la provincia es un hecho, en buena parte gracias al boom que acompaña al desarrollo de Vaca Muerta. Esta expansión trae aparejados nuevos emprendimientos inmobiliarios y mejoras en la infraestructura, pero también tensiones: extrarradios que se construyen a altas velocidades, barrios que demandan mayores conexiones, crecimiento en altura y una progresiva presión sobre servicios como la educación, la salud y el transporte.
Por otra parte, surge una heterogeneidad social mayor: trabajadores que llegan atraídos por la industria, proveedores, familias que se relocalizan y, al mismo tiempo, comunidades locales que deben adaptarse a esta nueva realidad. Esta heterogeneidad deriva en nuevas dinámicas sociales que, independientemente de cualquier juicio de valor, requieren ser contempladas y les exigen a las instituciones una capacidad de adaptación acelerada.
El lugar clave dentro de la matriz productiva argentina que le otorga a Neuquén el boom energético también puede generar situaciones a atender en el mercado del trabajo, ya que los efectos del derrame no son siempre homogéneos. La movilidad laboral precaria es una de ellas, junto con la rotación y la elevada temporalidad, pero también debe prestarse atención a la segmentación entre los empleos bien remunerados del core petrolero y los trabajos en otros sectores, con salarios en niveles diferentes, incluso dentro de la misma ciudad.
La expansión del sector hidrocarburífero exige una robusta infraestructura complementaria de apoyo: transporte, gasoductos, viviendas y servicios urbanos, aunque también se requiere una gobernanza capaz de controlar los impactos ambientales. En ese sentido, desde la provincia de Neuquén se han enviado señales disímiles. Si bien la Secretaría de Ambiente provincial ha explicado que en 2024 se realizó un 46% más de controles ambientales que durante el año anterior, la capacidad del Estado para hacer cumplir las normativas y para aplicar sanciones ejemplificadoras a quienes no lo hacen sigue siendo puesta en duda.
Vaca Muerta ha hecho que Neuquén sea muy distinta a lo que era hace una década. Y los cambios que eso trae aparejados son múltiples y diversos: la geografía económica, la migración, el perfil urbano e incluso las demandas sociales. Pero ese cambio no es automáticamente fuente de bienestar compartido sino que lo que se observan son diferentes desafíos, entre los que se cuentan el acceso a la vivienda asequible y a servicios eficientes, la planificación urbana, la seguridad y que la riqueza generada devenga en calidad de vida para todos los habitantes.
En los últimos meses se anunció la posibilidad de que una inversión tecnológica multimillonaria pueda sumarse al paisaje neuquino. OpenAI comunicó un proyecto denominado Stargate Argentina, con una inversión estimada en u$s 25.000 M para instalar un centro de datos de inteligencia artificial en la Patagonia, con capacidad de hasta 500 MW, y en el que Neuquén aparece como candidata preferente por su infraestructura energética, su clima, su conectividad y sus ventajas naturales. Aunque aún no está claro si esta posibilidad es real, de concretarse, y más allá de las nuevas aristas de análisis que pudieran surgir, los desafíos aquí planteados crecerían de forma exponencial. (El Cronista, Buenos Aires, 18/11/2025- 20:02 Hs.)

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