Freeport-McMoRan se beneficia de tarifas al cobre en EE.UU., pero advierte riesgos globales
o.- La amenaza de nuevas tarifas sobre las importaciones de cobre ha sido, paradójicamente, una oportunidad de oro para Freeport-McMoRan Inc., el mayor productor de cobre refinado en Norteamérica. Sin embargo, su CEO, Kathleen Quirk, lanza una advertencia clara: un proteccionismo mal enfocado puede terminar debilitando a la misma industria que pretende fortalecer.
Un impulso inesperado: primas de precio en EE.UU.
Desde que el expresidente Donald Trump sugirió la imposición de aranceles al cobre bajo la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial, el mercado estadounidense ha visto subir los precios internos. Actualmente, el cobre en la bolsa Comex de Nueva York cotiza hasta un 9% más alto que en la Bolsa de Metales de Londres.
Esta diferencia representa un beneficio financiero sustancial. En abril, cuando el diferencial era del 13%, Freeport estimó una ganancia adicional de 800 millones de dólares anuales en sus ventas. La empresa procesa el 70% del cobre refinado en EE.UU., operando siete minas a cielo abierto y una fundición en el país.
Riesgos de un proteccionismo desbalanceado
A pesar de este beneficio, Quirk advierte que tarifas mal diseñadas podrían tener efectos adversos. “Si el crecimiento global se desacelera por guerras comerciales, eso reduciría la demanda de cobre y afectaría negativamente nuestros ingresos, incluso en EE.UU.”, afirmó.
El cobre es vital para sectores como la construcción, la electrónica de consumo y la fabricación de automóviles. Un aumento en sus costos repercute en toda la economía. Además, las operaciones internacionales de Freeport —que incluyen minas en Indonesia, Perú, Chile y España— también sufrirían por una menor demanda global.
Costos internos y necesidad de incentivos
Producción en EE.UU. no es barata. Según Freeport, producir cobre en el país cuesta más del triple que en sus minas en América del Sur o Asia. Los costos laborales, energéticos y regulatorios son significativamente más altos.
Por eso, Freeport ha hecho un llamado a las autoridades para ampliar los incentivos a la producción local de cobre, como ya ocurre con el litio y el níquel bajo la Ley de Reducción de la Inflación (IRA). La empresa también aboga por que el cobre sea considerado un “mineral crítico” para poder acceder a créditos fiscales por más de 500 millones de dólares al año.
Expansión e innovación, pese a los desafíos
Freeport no se queda de brazos cruzados. Está invirtiendo en tecnología de lixiviación para recuperar cobre de antiguas reservas, con el objetivo de producir hasta 300 millones de libras anuales para finales de 2025. También estudia ampliaciones en sus minas de Arizona y su fundición en Miami, aunque Quirk reconoce que “estos proyectos no son transformadores”.
Las inversiones buscan mantener la competitividad de EE.UU. en un mercado global donde China avanza con velocidad en asegurar materias primas clave.
¿Tarifas sí, pero cómo?
El caso de Freeport refleja un dilema clásico en política comercial: cómo proteger industrias estratégicas sin generar distorsiones contraproducentes. Las tarifas pueden ofrecer un alivio temporal, pero no resuelven los problemas estructurales de competitividad.
Quirk mantiene una posición neutral: reconoce los beneficios inmediatos, pero insiste en que la solución debe ser integral. Incentivos fiscales, agilización de permisos, innovación tecnológica y estabilidad normativa son piezas esenciales para revivir la minería estadounidense de manera sostenible.(Minería en línea)