El suministro eléctrico, ¿otra vez al límite?
o.- (Jorge Lapeña, ex secretario de Energía) La zona metropolitana, la de mayor concentración poblacional del país, presenta un conjunto de problemas técnicos crónicos no resueltos.
El 23 de septiembre se cumplió un año del anuncio del Jefe de Gabinete Guillermo Francos sobre cortes eléctricos en el verano de 2025 en Buenos Aires y GBA. El ministro se basó en un criterioso informe de Cammesa realizado en 2024, que informó sobre la vulnerabilidad de la Ciudad de Buenos Aires y GBA frente a la demanda eléctrica en días de calor extremo en los meses de verano. El ministro intentó alertar a la población sobre el posible apagón. Nada está resuelto: la situación se repetirá este año con mayor intensidad.
La zona metropolitana -la de mayor concentración poblacional del país- presenta un conjunto de problemas técnicos crónicos no resueltos: a) un parque termoeléctrico en gran parte obsoleto no apto para funcionar; b) falta de líneas de Transmisión de 500 KV para abastecer el área desde el resto del país; y c) una gran parte de la red de distribución de media y baja tensión de los barrios de la ciudad y el conurbano no está en condiciones de abastecer la demanda requerida. Se trata de causas técnicas cuya solución requiere un conjunto de inversiones de miles de millones de US$ que no han sido encaradas en el último cuarto de siglo.
La falta de la inversión se da en el contexto de un Estado nacional ausente y sin planes que lleva en esta situación al menos 35 años. En ese periodo se produjo una enorme retracción de la inversión pública que no fue reemplazada por inversiones privadas. Además, fue casi nula inversión en centrales hidroeléctricas, se discontinuaron los planes nucleares y la ampliación de la inversión en Transporte de Alta tensión fue insuficiente en una época de planes confusos.
El IAE Mosconi analizó la situación del próximo verano en base a datos públicos de Cammesa correspondientes al mes en curso. Los datos analizados indican que la vulnerabilidad de abastecimiento se repetirá en el verano próximo cuando la demanda supere los 32.500 MW; lo cual es muy probable que suceda en verano cuando la temperatura media diaria supera los 33 ° C.
Sobre este tema debería asumirse como un pronóstico cierto el reciente informe del Servicio Meteorológico Nacional que prevé temperaturas más altas de lo habitual en el centro del país, incluido Buenos Aires. Eso llevará al sistema eléctrico a su límite de suministro; lo que incrementará los riesgos de cortes en la zona metropolitana. En definitiva, nada nuevo.
Evitar los cortes a la población requiere del gobierno actual anunciar e implementar políticas públicas activas muy demoradas:
1) en forma prioritaria asegurar el abastecimiento de Energía importada de unos 2000 MW de Brasil; Paraguay y Uruguay mediante una prudente gestión política, diplomática y técnica anticipada. No consta que se hayan realizado estas gestiones;
2) implementar un plan de inversión eléctrica -estatal y privado- que reemplace con urgencia las unidades de generación obsoletas de GBA;
3) lanzar inversiones en transmisión en Alta Tensión 500 KV para el abastecimiento seguro del AMBA; y promover inversiones en la red de distribución de media y baja tensión en los barrios de CABA y GBA.
Hasta el presente nada de lo expuesto ha sido parte ni del discurso del gobierno; ni consta que el actual presupuesto nacional incluya partidas para estas inversiones; tampoco se conoce ningún Plan gubernamental para superar definitivamente – en fechas compatibles con la duración del actual gobierno- los problemas mencionados.
Desde otro punto de vista aparece un déficit político de la actual gestión que mientras no sea resuelto retrasará el desarrollo de la Argentina.
El país se muestra al mundo como “un país negacionista de las causas antropogénicas del cambio climático global”. Este negacionismo ha sido expresado por el presidente Milei en concordancia con lo expresado por el presidente de los EE.UU Donald Trump. Esas declaraciones desalientan inversiones.
El discurso negacionista oficial -mientras no sea aclarado- retrasa inversiones y Argentina carecerá de una política pública clara respecto a las inversiones energéticas futuras. La indefinición política oficial generará desconfianza y retracción de la inversión necesaria para modificar la matriz energética.
Es probable que en la segunda parte del periodo de gobierno 2026-2027 aumenten las indefiniciones respecto a la inversión futura en las energías relacionadas en forma positiva o negativa con el cambio climático.
Eso generaría una indefinición del Desarrollo energético argentino de largo plazo.
En este contexto de ambigüedad es probable que Argentina deje de impulsar, como lo ha hecho en el pasado, las inversiones en la energía hidroeléctrica y/o en energía nuclear como fuentes no productoras de gases de efecto invernadero.
Es también difícil de entender que el actual gobierno promueva con planes de dudosa consistencia técnica y económica la energía nuclear para alimentar a los centros de “Inteligencia artificial” que hoy no existen en nuestro país, en vez de promover la Energía Nuclear para la generación de energía eléctrica limpia sin emitir gases de efecto invernadero.
Desde otro punto de vista aparecen interrogantes. Argentina sigue sin elaborar un Plan Energético Nacional que sirva como hoja de ruta de una política energética consensuada por las fuerzas políticas representadas en el Parlamento, que aseguren la continuidad a través de varios gobiernos aunque no necesariamente los gobiernos que se sucedan pertenezcan a un mismo partido. Sería altamente recomendable que el Gobierno evite lanzar los proyectos de privatización de centrales nucleares y de centrales hidroeléctricas antes de contar con un Plan Energético Nacional de largo plazo, aprobado por ley del Congreso. (Clarín, Buenos Aires, 06/10/2025)