Desalinización en la minería: el modelo chileno que San Juan podría replicar para el cobre
o.- (Víctor García) Con más de 20 plantas en operación, Chile se posiciona como líder en el uso de agua desalinizada para minería. En una entrevista con Zonda Diario, el ingeniero sanjuanino Luis De Benito analizó cómo esta experiencia podría replicarse en San Juan para impulsar proyectos cupríferos estratégicos.
Chile cuenta con más de 20 plantas desaladoras que abastecen a sus principales yacimientos cupríferos en zonas desérticas. El ingeniero sanjuanino Luis De Benito analizó para Zonda Diario como esta tecnología podría aplicarse en la provincia para proyectos estratégicos como Los Azules, Pachón, Vicuña y Altar, en medio de una creciente crisis hídrica.
La minería moderna enfrenta uno de sus desafíos más críticos: el acceso al agua en regiones áridas y de altura. En este contexto, la desalinización de agua marina se presenta como una alternativa tecnológica cada vez más utilizada a nivel mundial, especialmente en países como Chile, donde la minería del cobre ha liderado procesos de reconversión hídrica con una fuerte inversión en infraestructura. Argentina, y en particular la provincia de San Juan, observa con atención esta experiencia ante el inminente desarrollo de proyectos cupríferos de clase mundial en su territorio.
Zonda Diario dialogó con el ingeniero sanjuanino Luis De Benito, un experto con una vasta trayectoria en la ejecución de obras complejas como túneles, acueductos y sistemas de acceso en zonas de difícil geografía. Con conocimiento de primera mano sobre la transformación hídrica en Chile, De Benito no descarta que una solución similar pueda implementarse en San Juan.
“Ellos están viviendo una transformación hídrica”, explicó, en referencia a los avances chilenos. “Desde hace más de 20 años comenzaron a vislumbrar la necesidad de utilizar el agua del mar directamente o agua de mar desalinizada para ampliar la capacidad de sus minas”.
La experiencia chilena: más de 20 plantas desalinizadoras para minería
Chile es hoy el referente regional en materia de desalinización aplicada a la minería. El ingeniero De Benito repasó los antecedentes: “El puntapié inicial lo dio Minera Escondida, que entre 2003 y 2006 construyó la primera planta desaladora del país. En ese momento tenía una capacidad de 500 litros por segundo. Años después, en 2016, la ampliaron a 2.500 litros por segundo. Esa planta sigue siendo la más grande de Sudamérica”.
Actualmente, hay entre 21 y 23 plantas desaladoras en operación en Chile, que en conjunto abastecen alrededor de 9.500 litros por segundo a la industria minera. El horizonte proyectado es aún más ambicioso: para 2030 se esperan al menos cuatro plantas adicionales, todas ligadas a las mayores minas del país.
“Codelco está construyendo una planta desaladora para el Distrito Norte, que incluye Chuquicamata, en el Chile; El Abra está en proceso de ingeniería; Quebrada Blanca II ya está operando; y Collahuasi acaba de terminar su planta, próxima a entrar en servicio”, detalló el ingeniero. “Son todas instalaciones que superan los mil litros por segundo. Codelco, por ejemplo, va a operar con 1.900 litros por segundo”.
Además, las plantas están asociadas a complejos sistemas de transporte: acueductos que ascienden desde el nivel del mar hasta altitudes que superan los 3.000 e incluso 4.000 metros.
“El acueducto de Codelco tiene 48 pulgadas de diámetro, es decir, 1,20 metros. En Escondida trabajamos con ductos de 42 pulgadas (1,06 m) en paralelo. Son sistemas diseñados para llevar grandes volúmenes de agua desalada a través de estaciones de bombeo que vencen hasta 3.000 metros de desnivel. En algunos casos, se utilizan hasta cuatro estaciones, con parques de bombas de más de 250 litros por segundo cada una”, explicó De Benito.
La operación de estas estaciones requiere líneas de alta tensión, lo que implica también una robusta infraestructura energética. “Son proyectos de altísima inversión, pero completamente viables”, afirmó.
¿Una opción para San Juan?
San Juan alberga algunos de los proyectos de cobre más importantes de América del Sur: Vicuña, El Pachón, Los Azules, Altar, Chita Valley, entre otros. La provincia ha sido catalogada como una de las zonas con mayor potencial cuprífero del continente. Sin embargo, el obstáculo histórico ha sido la falta de servicios e infraestructura: caminos, energía eléctrica y especialmente agua.
En ese sentido, la desalinización aparece como una solución tecnológica que podría destrabar el desarrollo a gran escala.
De Benito explicó que “hay minas en la que la localización del lado argentino y chileno las hermana y si además, son del mismo dueño, llevar agua desalada a la mina chilena (hoy casi una obligación). Con una inversión adicional podría proyectarse un excedente de agua qué podría pasar al lado argentino. De esta manera, ” matando dos pájaros de un tiro” con lo que sería probable que pueda justificarse un proyecto tan costoso”.
Energías renovables e innovación tecnológica
Uno de los aspectos más destacados de la experiencia chilena es el uso de energías limpias. Según De Benito, “el 60% de la energía utilizada para operar las plantas desaladoras en Chile proviene de fuentes renovables como la solar y la eólica”. Además, el país trasandino se está trabajando en el desarrollo de proyectos de hidrógeno verde, con más de 60 iniciativas en distintas etapas.
“Las plantas desaladoras se construyen con tecnología europea y asiática. Requieren una ingeniería muy especializada, con presencia de personal extranjero. Pero también están impulsando una integración con fuentes de energía sustentables que hacen más viable ambientalmente este tipo de soluciones”, dijo.
¿Y en Argentina?
Para replicar este modelo, Argentina deberá sortear obstáculos técnicos, económicos y regulatorios. Pero el potencial está.
“En Argentina hay que desarrollar una ingeniería que permita determinar cuál es el mejor trazado, el más práctico, para cruzar desde Chile a San Juan con agua desalada. Hay que pensar en acuerdos de largo plazo con empresas que puedan asumir esa inversión y recuperarla en el tiempo. Pero el precedente existe, y la necesidad también”, subrayó De Benito.
En tiempos de estrés hídrico y creciente demanda social por una minería sustentable, el ejemplo chileno marca un camino posible. La desalinización no es solo una opción tecnológica: es una estrategia para garantizar el desarrollo minero sin comprometer el recurso más importante. (Dairo El Zonda San Juan)