China recorta exportaciones de imanes de tierras raras y reaviva temores sobre presión comercial a EE. UU.
o.- A principios de octubre, una cifra relativamente pequeña pasó casi desapercibida en la avalancha de datos comerciales: China exportó 5,774 toneladas de imanes de tierras raras en septiembre. Un mes antes, la cifra alcanzaba las 6,146 toneladas, el pico más alto en siete meses. La caída del 6.1% parece menor, pero su significado trasciende las estadísticas. Detrás de esos números se esconde un recordatorio estratégico de que Pekín no ha dejado de usar su dominio sobre minerales críticos como herramienta en su ajedrez geopolítico con Washington.
En los últimos meses, los imanes de tierras raras —elementos esenciales para la industria de defensa, la manufactura de vehículos eléctricos y la electrónica avanzada— se han convertido en un instrumento de presión económica. China, que controla alrededor del 90% de la producción mundial de estos componentes, ya había impuesto restricciones a su exportación en abril y mayo, lo que sacudió a los fabricantes globales. Con el telón de fondo de una disputa comercial que amenaza con reactivar los aranceles de tres dígitos entre ambas potencias, la reducción de septiembre envía un mensaje inequívoco.
A diferencia de ocasiones anteriores, esta disminución se produce sin que se haya anunciado una nueva ronda de sanciones. Es, en términos prácticos, un gesto que dice más de lo que aparenta: Pekín no necesita declarar una guerra comercial para ejercer presión. Le basta con mover los hilos de una cadena de suministro que el mundo todavía no ha logrado diversificar.
En junio, ambas naciones habían alcanzado un acuerdo para facilitar el flujo de minerales críticos. Sin embargo, la reciente implementación de un régimen de licencias más estricto por parte de la administración china sugiere un retroceso. Las empresas ahora enfrentan procesos más largos y complejos para obtener permisos de exportación. Según fuentes del sector, esto ya está dificultando la planeación de entregas para fabricantes en Estados Unidos, Alemania, Corea del Sur, Vietnam y México, los principales destinos de estos materiales.
El discurso oficial chino insiste en que las licencias se otorgan con base en criterios técnicos y para usos civiles. No obstante, analistas internacionales ven señales de una estrategia más amplia. Chim Lee, del Economist Intelligence Unit, advierte que los vaivenes en las cifras de exportación no son casuales, sino parte de una calculada negociación. “China sabe que tiene una carta fuerte y está dispuesta a jugarla”, sostiene.
No se trata solo de volúmenes. Las implicaciones son políticas, económicas y simbólicas. En un contexto donde la transición energética y la digitalización dependen cada vez más de elementos como el neodimio o el disprosio —ingredientes clave en estos imanes—, cualquier interrupción en la cadena de suministro tiene efectos multiplicadores.
Estados Unidos lo sabe bien. En septiembre, las importaciones estadounidenses cayeron 28.7%, mientras que Vietnam, en contraste, aumentó sus compras en un 57.5%. La lectura es clara: mientras algunas naciones logran mantener o incluso fortalecer su relación comercial con China en este rubro, otras —principalmente las que encabezan disputas diplomáticas— enfrentan obstáculos.
Este patrón se ha repetido antes. En 2010, tras un conflicto territorial con Japón, Pekín suspendió temporalmente las exportaciones de tierras raras al archipiélago. El impacto fue inmediato y profundo, llevando a varios países a replantear su dependencia de China en este ámbito. A pesar de los esfuerzos por diversificar las fuentes —incluyendo exploraciones en Canadá, Australia y países africanos—, la infraestructura, el conocimiento técnico y la capacidad de procesamiento siguen concentrados en territorio chino.
Dan Wang, directora en China del Eurasia Group, enfatiza el poder que confiere esta situación. “La capacidad de restringir exportaciones de tierras raras es una herramienta extremadamente poderosa”, explica. No solo afecta la producción industrial, también genera una percepción de vulnerabilidad estructural en las economías occidentales. La pregunta, según Wang, ya no es si China va a seguir ejerciendo este control, sino cómo se adaptarán los países que dependen de estos materiales.
México aparece entre los cinco principales destinos de los imanes chinos, lo que no es menor. Su posición estratégica, su creciente integración en cadenas de suministro norteamericanas y su participación en el T-MEC lo convierten en un actor clave en este tablero. Cualquier interrupción o encarecimiento en la llegada de estos componentes podría impactar desde la industria automotriz hasta el sector electrónico, afectando la competitividad nacional.
El puerto de Rotterdam, en los Países Bajos, también ilustra la dimensión logística del fenómeno. En septiembre, sus cifras se dispararon un 109%, aunque buena parte de esa carga está destinada a distribución regional. Es una muestra de cómo ciertos países europeos se están preparando para ser centros neurálgicos de abastecimiento ante posibles disrupciones más agresivas.
Mientras tanto, Donald Trump volvió a pronunciarse sobre el tema. Desde el Air Force One, lanzó una advertencia ambigua, sugiriendo que podría postergar el regreso de los aranceles si China accedía a comprar soya estadounidense. Un trueque implícito que revela lo mucho que está en juego.
En la antesala de la cumbre prevista entre Xi Jinping y Trump en Corea del Sur, las señales apuntan a que la disputa comercial ya no es un episodio aislado. Es un nuevo equilibrio de poder. Las materias primas críticas han pasado de ser insumos técnicos a fichas diplomáticas. Y en esa dinámica, los imanes de tierras raras no solo sostienen motores eléctricos: también impulsan negociaciones internacionales.
Pekín, por su parte, se muestra firme. Su Ministerio de Comercio sostiene que sus controles son comparables a los de otras economías avanzadas. La diferencia, claro, es la escala. Occidente puede regular, pero China domina. Y eso, por ahora, sigue inclinando la balanza a su favor. (Minería en línea)