China compra oro como si se terminara el mundo
o.- (Daisuke Wakabayashi y Claire Fur Traducción de Jaime Arrambide).
Como este año el precio del oro alcanzó máximos históricos, Xena Lin quiso sumarse a ese frenesí y fue haciendo compras mensuales de pequeñas pepitas del metal precioso.
Para Lin, empleada administrativa de 25 años que vive en el sur de China, esas pepitas de u$s 80 –tan pequeñas que caben en la yema de un dedo y que pesan un treceavo de onza– eran una manera accesible de participar de esa “fiebre del oro” sin necesidad de comprar joyas, lingotes o monedas, que pesan y valen mucho más. Previamente, Lin ya había incursionado en el mercado de acciones, pero dice que comprar oro, y sobre todo en ese formato tan divertido, la impulsó a seguir invirtiendo. “Y sigo trabajando mucho para ahorrar todavía más”, dice la joven.
Considerado una inversión segura en tiempo de incertidumbre geopolítica y económica, el precio del oro se disparó como consecuencia de la invasión de Rusia a Ucrania y de la guerra en la Franja de Gaza. Pero esa disparada de la cotización hasta superar los u$s 2400 la onza ha demostrado ser más firme y persistente debido a las compras que se hacen desde China.
Lo que ocurre es que los consumidores chinos se han volcado masivamente al oro a medida que fueron perdiendo confianza en inversiones tradicionales, como la Bolsa y el mercado inmobiliario. Al mismo tiempo, el Banco Central del país también ha sido reforzando sostenidamente sus reservas en oro, mientras en simultáneo se desprende de sus tenencias en bonos de deuda de Estados Unidos. Y para echar más nafta al fuego, hay especuladores chinos que apuestan a que hay margen para que el oro siga subiendo.
China ya tenía una participación y peso considerables en el mercado del oro, pero la influencia del país se potenció aún más durante esta última temporada alcista: desde fines de 2022, el precio global internacional del oro subió casi un 50%. Y siguió escalando hasta alturas desconocidas a pesar de factores que tradicionalmente lo convierten en una inversión poco atractiva, como las altas tasas de interés en Estados Unidos y la fortaleza actual de la divisa norteamericana.
El mes pasado, el precio del metal siguió subiendo incluso después de que la Reserva Federal norteamericana anunciara que tendría altas las tasas de interés por más tiempo, y siguió apreciándose a pesar del auge del dólar en relación con la mayoría de las divisas de otros países.
Ahora el precio ha retrocedido a alrededor de u$s 2300 la onza, pero en el mercado del oro se está extendiendo la idea de que su precio ya no se rige por factores económicos, sino por los caprichos de los compradores e inversores chinos.
“China está impulsando el precio del oro, de eso no hay duda”, dice Ross Norman, director ejecutivo de MetalsDaily.com, una plataforma de información sobre metales preciosos con sede en Londres. “El flujo de oro hacia China pasó de ser constante a ser un torrente imparable”.
Según la Asociación del Oro de China, las compras de oro en el país aumentaron un 6% en el primer trimestre de este año en comparación con el año anterior. Y eso llega inmediatamente después del incremento de un 9% el año pasado.
Para los ciudadanos chinos, invertir en oro empezó a ser cada vez más atractivo, a medida que las inversiones tradicionales iban perdiendo brillo. El sector inmobiliario de China, el destino de los ahorros de la mayoría de las familias, sigue en crisis, y la confianza de los inversores en el mercado bursátil del país no se ha restablecido del todo. Y en cuanto a las opciones que tenían los ahorristas más ricos, varios grandes fondos de inversión se derrumbaron tras una serie de apuestas fallidas en el sector inmobiliario.
Frente a esa falta de mejores alternativas, el dinero empezó a volcarse hacia fondos chinos que comercian con oro, y desde ese momento muchos jóvenes empezaron a atesorar pepitas de oro en pequeñas cantidades.
De hecho, las plataformas de ventas online están vendiendo pepitas de oro a granel. En Taobao, de Alibaba, una de las plataformas de comercio electrónico más grandes de China, un comerciante vendió pepitas de oro en un streaming en vivo, donde dijo que era “comprar e invertir al mismo tiempo”.
Las pequeñas pepitas que vendía venían en cinco formas, incluida una que se parecía a un maní y otra, a un caqui. Por u$s 87 cada una, dijo el vendedor, cualquiera podía aprovechar el auge del oro por el precio de una comida caliente.
Kelly Zhong, una docente de la ciudad de Pekín, empezó a comprar oro en 2020, al comienzo de la pandemia. Desde entonces ha acumulado más de un kilo en lingotes, pero también ha invertido en el metal a través de fondos que cotizan en bolsa. Kelly dice haberse inspirado en un viejo proverbio chino: “Jade en tiempos de prosperidad, oro en los tiempos difíciles”.
Al sentir que el mundo se volvía más caótico, Kelly aumentó sus reservas, apostando a que el precio del oro no haría más que subir. Ahora ha dejado de comprar, pero no está dispuesta a vender y no ve ninguna razón para hacerlo: la economía china sigue complicada y ni los bienes raíces ni las acciones le parecen una buena inversión.
Otro importante comprador de oro en China es el Banco Central del país. En marzo, el Banco Popular de China aumentó sus reservas de oro por 17º mes consecutivo, y el año pasado compró más oro que cualquier otro banco central del mundo: en 2023, sumó más reservas de oro que en ningún otro año del último medio siglo.
Pekín está comprando oro para diversificar sus fondos de inversión y reducir su dependencia del dólar norteamericano, al que durante mucho tiempo consideró la moneda de reserva por antonomasia. Pero China también viene reduciendo sus tenencias en bonos del Tesoro de Estados Unidos desde hace más de una década. En marzo, China tenía alrededor de u$s 775.000 M en bonos de deuda norteamericana, frente a alrededor de 1,1 billones de dólares que tenía en 2021. (La Nación, Buenos Aires, 06/05/2024)
