Brasil impulsa su soberanía minera con incentivos a tierras raras
o.- En un movimiento que refleja un cambio profundo en su política minera, el gobierno de Brasil alista incentivos fiscales y garantías financieras para desarrollar proyectos de minerales estratégicos. El objetivo es claro: dejar atrás el modelo extractivo tradicional y avanzar hacia la industrialización de su riqueza mineral.
Este jueves, el Consejo Nacional de Política Mineral —organismo recientemente creado por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva— celebrará su primera sesión formal en Brasilia. En la reunión, se espera la aprobación de una resolución que establecerá un grupo de trabajo enfocado en diseñar políticas públicas para fortalecer la cadena de valor de los minerales críticos en el país.
La intención del gobierno brasileño no es menor. Lula ha planteado públicamente que los minerales estratégicos deben considerarse un asunto de soberanía nacional. Bajo esta lógica, la mera exportación de materias primas sin procesamiento local se percibe no solo como una pérdida de valor económico, sino como una cesión de poder geopolítico en un contexto global marcado por la transición energética.
Brasil no está solo en esta reflexión. A nivel mundial, las tensiones entre Estados Unidos y China por el control de minerales críticos —en particular, las tierras raras— han llevado a varios países a replantear sus estrategias. Las restricciones impuestas por China a la exportación de estos materiales, fundamentales para tecnologías limpias y sistemas de defensa, han encendido las alarmas en más de una capital occidental. En este tablero, Brasil tiene un rol protagónico.
El país sudamericano posee la segunda mayor reserva mundial de tierras raras, solo por detrás de China. Sin embargo, su participación en el mercado global es marginal: menos del 1% de la producción total, según datos del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS). Esta paradoja entre potencial y desempeño es precisamente lo que busca corregir el nuevo enfoque del gobierno brasileño.
Los incentivos planteados no se limitan al respaldo financiero para proyectos mineros. También se está considerando una política tributaria favorable que impulse la instalación de plantas de procesamiento y fábricas asociadas a las cadenas industriales de los minerales estratégicos. De concretarse, esta sería una apuesta de largo aliento que podría reconfigurar el mapa industrial del país.
En la dimensión internacional, el relanzamiento de la política minera coincide con una nueva etapa en la relación entre Brasil y Estados Unidos. Tras años de distanciamiento, marcados por los efectos diplomáticos del gobierno de Jair Bolsonaro —actualmente sentenciado por su intento de revertir los resultados electorales de 2022—, Brasil busca reconstruir vínculos con Washington.
Uno de los puntos de diálogo ha sido justamente el potencial de cooperación en materia de tierras raras. Si bien las conversaciones habían sido exploratorias en el pasado, ahora parecen tomar forma. Lula sostuvo un breve encuentro con Donald Trump en los márgenes de la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre, y este jueves, el canciller Mauro Vieira se reunirá en Washington con el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio.
El hecho de que las tierras raras formen parte de la agenda diplomática refleja su creciente relevancia estratégica. Más allá del valor económico, estos minerales definen capacidades tecnológicas y militares. Controlarlos —o al menos asegurarse su suministro— es ya una prioridad nacional para muchas potencias.
Para Brasil, el reto no es menor. La transición hacia un modelo de industrialización local implica desafíos técnicos, ambientales y sociales. Pero también abre oportunidades: desde la generación de empleos de alta especialización hasta la atracción de inversiones en manufactura avanzada, pasando por una mayor resiliencia frente a la volatilidad del mercado internacional de commodities.
Este cambio de paradigma podría, si se gestiona con visión de largo plazo, reconciliar el desarrollo minero con las demandas sociales y ambientales de las comunidades brasileñas. Una minería que no solo extrae, sino que transforma, genera valor y construye soberanía, es posible. (Minería en línea)