Bolivia abre un nuevo capítulo para su litio bajo la presidencia de Rodrigo Paz

Bolivia abre un nuevo capítulo para su litio bajo la presidencia de Rodrigo Paz

o.- Por años, el litio boliviano ha representado una promesa geopolítica, económica y ambiental. Con alrededor de 21 millones de toneladas de este mineral estimadas en el subsuelo del Salar de Uyuni, Bolivia posee una de las mayores reservas del mundo. Sin embargo, la falta de infraestructura, los marcos legales restrictivos y las decisiones políticas erráticas han impedido su aprovechamiento eficiente.
La elección de Rodrigo Paz como nuevo presidente en octubre de 2025 marca un posible punto de inflexión para el país andino. Su enfoque centrista y pragmático ha despertado un cauto optimismo entre analistas, inversionistas y actores de la industria minera internacional. Paz ha declarado su interés en transformar la economía del litio mediante una apertura controlada al capital extranjero, pero sin comprometer la soberanía nacional sobre los recursos estratégicos.
El contexto: décadas de promesas incumplidas
Desde la década de 1980, el litio ha sido parte del discurso de desarrollo boliviano. En la última etapa del gobierno de Evo Morales, se adoptó una política de “control soberano” sobre el litio, institucionalizada a través de la Ley 535 de Minería y Metalurgia. Esta normativa otorga al Estado el control exclusivo sobre la extracción del litio, limitando severamente la participación privada a procesos posteriores como industrialización o exportación.
Durante ese periodo, el gobierno estableció asociaciones con empresas estatales chinas y rusas, como CATL (Contemporary Amperex Technology Co. Ltd.) y Uranium One Group, respectivamente. Sin embargo, los resultados han sido limitados: la producción sigue siendo marginal, los empleos prometidos no se han materializado, y la confianza de los mercados se ha deteriorado.
¿Qué propone Rodrigo Paz?
Rodrigo Paz ha delineado una posición intermedia. En sus primeras declaraciones, afirmó que Bolivia no “venderá el salar”, en alusión a la preocupación popular por la pérdida de soberanía. Pero también ha dejado abierta la posibilidad de revisar los mecanismos legales y contractuales que impiden una explotación técnica, rentable y sostenible del litio.
“La inversión extranjera es bienvenida si respeta nuestras reglas, nuestras comunidades y nuestro medio ambiente”, declaró en su primer discurso como presidente electo. Este cambio de tono ha sido bien recibido por diversos sectores empresariales, tanto en América Latina como en Asia y Europa.
Obstáculos legales y técnicos por resolver
A pesar del entusiasmo moderado, los desafíos siguen siendo significativos. En el plano legal, el marco vigente impide que empresas extranjeras extraigan directamente litio, salvo a través de asociaciones con la estatal Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB). Reformar esta estructura requeriría mayoría en el Congreso o una consulta popular, lo que podría demorar el proceso.
En el plano técnico, Bolivia enfrenta desafíos únicos. A diferencia de los salares de Chile o Argentina, las salmueras bolivianas tienen altas concentraciones de magnesio, lo que complica la separación del litio mediante métodos tradicionales de evaporación solar. Esto exige tecnologías más avanzadas, como la extracción directa de litio (DLE, por sus siglas en inglés), que aún no se ha probado a escala comercial en Bolivia.
La confianza como eje de la reactivación
Empresas extranjeras han expresado interés en participar, pero bajo condiciones más claras y predecibles. Durante los últimos años, varios contratos fueron bloqueados por el Legislativo boliviano, lo que generó incertidumbre. Ahora, con un nuevo gobierno y un aparente viraje hacia un enfoque más técnico que ideológico, se abre una ventana de oportunidad para recuperar la confianza internacional.
Representantes de consorcios europeos y asiáticos han manifestado, bajo condición de anonimato, que están a la espera de señales concretas. “Bolivia tiene el recurso, pero no puede seguir perdiendo el tren del litio”, indicó un consultor vinculado a la industria de baterías en Alemania.
El rol de las comunidades y la sostenibilidad
Otro componente central del nuevo enfoque deberá ser la inclusión de las comunidades locales en el proceso de toma de decisiones. El salar de Uyuni no solo es una reserva mineral, sino también un ecosistema frágil y un centro de identidad cultural para los pueblos quechuas y aymaras.
Las tensiones anteriores, como las protestas en Potosí por la firma de contratos sin consulta, evidencian la necesidad de una nueva gobernanza minera que incorpore mecanismos de participación y compensación real para las poblaciones afectadas. Rodrigo Paz ha insistido en que su política se basará en “consensos y beneficios regionales”, aunque aún no ha detallado cómo se instrumentarán estos compromisos.
¿Qué está en juego para América Latina?
El caso boliviano es emblemático. Representa los dilemas de muchos países de la región con abundancia de recursos críticos: cómo aprovecharlos sin repetir los errores del extractivismo clásico, cómo atraer inversión sin perder control, y cómo transformar potencial en desarrollo tangible.
Para México, Chile, Perú o Argentina, el futuro del litio boliviano envía señales importantes. Si Bolivia logra reactivar su industria bajo un modelo más abierto, transparente y sostenible, podría consolidarse como un actor relevante en la cadena global de suministro de minerales para la transición energética.
En un momento donde la Unión Europea, Estados Unidos y China compiten por asegurar materias primas estratégicas, la región tiene la oportunidad de negociar desde una posición de fuerza. Pero eso requiere liderazgo político, claridad normativa y, sobre todo, capacidad técnica. (Minería en línea)

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